In-formación
Un pueblito mágico
A 223.6km de la capital de Colombia (Bogotá), está ubicado Monguí Boyacá el cuál
es nombrado como el pueblito más hermoso de Boyacá y está en el top 10.
Es reconocido por su mágica arquitectura y sus diseños a las épocas antiguas, que te Transportan a una película.
Visita al maíz de Gacheta
El recorrido de Bogotá al municipio de Gacheta suele ser de tres horas en autobús, desde la parada de Transmilenio las Flores hasta la Provincia del Guavio.
Subimos al colectivo a las 9:15 am y poco a poco lo único que se podía ver era el verde natural del ecosistema, acompañado del sol diurno que juega entre las hojas y ramas creando figuras en el suelo, gracias a esto, les da más brillo a colores como el enebro de los árboles, salvia de los arbustos o esmeralda del césped; ciertas zonas tienen tonalidades un poco más azules como la cerceta de las montañas de lo lejos que están o el color prusiano de los incestos que revolotean con el polvo que levanta las llantas de la carretera.
Mis audífonos nunca pueden faltar en algún viaje y fue mi amigo más leal durante la travesía de cuchicheos y carcajadas de los demás turistas.
- “No, hombre, eso es Gachalá, yo voy es a Gacheta”. - Decía por llamada un hombre junto a mí, quien sudaba por el rostro, pecho y axilas, evidencia que faltaba poco para llegar a uno de los municipios más pequeños de Cundinamarca, teniendo aproximadamente 11.000 habitantes.
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Efectivamente, a los quince minutos ya estábamos en el centro del pueblo, rodeados de viajeros con maletas, morrales y lonas con quesos y frutas. Poco a poco fueron desapareciendo por las pequeñas colinas que abrazaban Gacheta, como pequeños ríos hechos de ladrillos oscuros. Las construcciones no sobrepasaban de los dos pisos, con tejados llenos de plantas y musgo, hechos de madera y de diferentes colores. Blanco y celeste eran los protagonistas de las columnas y paredes de las casas. Los cables de electricidad llevaban consigo plastas e incluso pequeños nidos de cernícalos, periquitos, picaflores, mieleros y sirirís que se podían escuchar a lo largo del día.
-“¡Buenas tardes!” - La energía que emanaba la gente residente era tan acogedora en comparación con la fría Bogotá. En cada esquina que se cruzaba, te saludaba una persona diferente, sin importale si te conocía o no.
- “¡Buenas tardes!” - Fue esta vez una señora de media edad, invitándonos a su local de comida a recibir el almuerzo casero de su familia. La amabilidad aquí es como el tinto de todas las mañanas.
Una vez terminado el plato de sopa de cuchuco, arroz, frijoles, ensalada, plátano y tres jugos de mora (nos insistía la dueña en estar atenta a nuestra sed), resonaban por las bocas de los más pequeños en lo increíble que habían sido los bailes de las niñas. Con sus faldas polleras de colores intensos, flores llamativas, y encajes a juego. Unos iban descalzos, otros sin camisa, cuellos atiborrados de collares y accesorios, algunos, traían paja en el vestuario y muñecos hechos en tusa de maíz.
Atraídos por el bullicio y la musicalidad de una festividad, llegamos al centro del pueblo, donde nos recibieron las pancartas que rodeaban la plaza. Era todo un espectáculo culinario. Chicha de maíz, masato de maíz, helado de papa criolla, helado de yuca, empanadas con harina de maíz, rollos de canela, cerveza de maíz, las infaltables garullas y el producto estrella del lugar, las arepas de maíz pelado. Cada caceta tenía su sello decorativo, tusas humanizadas, hojas de maíz hechas en bolsas o paredes con dichos de personas del campo escritos en tiza.
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Era la 4ta versión del festival americano del maíz; para mi suerte, este año fue del 10 al 13 de octubre. Cor famaiz era la organización que impulsó este festival teniendo como objetivo “Rescatar tradiciones gastronómicas e innovar con nuevas visiones culinarias a través de talleres de rescate e innovación que permitan fomentar el consumo de productos cultivados en sus territorios con tecnologías de permacultura, agroecología, que son amigables con el entorno ambiental, cuidando el agua, el suelo, el aire y disminuyendo la huella ecológica.” Además, componentes culturales y académicos.
El maíz como protagonista, no solo había de dos o tres especies, más de 22 tipos de este grano existen en Colombia. El muchacho con estilo hippie nos comentaba sobre su proyecto, en que no consiste en la compra y venta de semillas y en su lugar era un trueque de estas clases de maíz. (Fotografía- Tipos y clases de maíz)
- “Si no tienen las semillas, pero si el grano ya germinado, me pueden dar un bulto y me escriben para yo darles un bulto del maíz que quieran”. - Nos decía ofreciéndonos su tarjeta.
El sol empezaba a esconderse detrás de las montañas que nos arropaban a las 5 pm, acogiéndonos en un calor reconfortante, bailando junto a los alegres pasos llenos de historia y sabor. En cada cambio de baile que se presentaba en el centro de las cacetas, se les hacía una presentación del municipio que representaban y, para mi sorpresa, mencionaron a Soacha. La mujer con camisa y falda larga de pequeñas flores, y el hombre de pantalones cortos, juntos llevaban a juego plumas blancas y rojas, las líneas y decoraciones hechas con pintura resaltaban en sus pieles morenas. Durante la presentación, sonreían, nos miraban y gritaban, plasmando la cultura Soachuna. Describieron a la perfección a nuestros dioses, creencias, fauna, flora, gastronomía e incluso política y guerra.
Nos acostumbramos tanto al ambiente que nos rodea y en el lugar que vive cada uno, haciéndonos perder la importancia de la cultura que nos acompaña cada día. Para un visitante, Soacha es el reino de almojábanas y garullas, en comparación, una persona que ha vivido toda su vida en el municipio; es un alimento común sin tanto interés, cosa que se vio reflejada en este festival. A cada paso que se daba, se escuchaban comentaros de lo rico que es esta gastronomía o de alimentos que no sabían de su existencia.
No pude evitar preguntarme ¿Estamos perdiendo y olvidando nuestras raíces a causa de la falta educación del tema, o simplemente es algo que suponemos implícito que todos sabemos desde el nacimiento.
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Para las personas interesadas en el intercambio de semillas y granos, les invito a comunicarse con “Cultivo lo Nuestro” y apoyar el medio ambiente en todas sus maneras
Equipo
Articulo, estilo cronica.
Migración Venezolana en Colombia
Colombia se ha convertido en el principal destino de los migrantes venezolanos, con más de 2,8 millones de personas buscando refugio en el país. Esta realidad plantea preguntas fundamentales sobre la integración, la inclusión y el futuro de la sociedad colombiana. En este artículo, exploraremos las cifras, tendencias y desafíos que rodean esta migración y cómo se abordó la “problemática”.
El gobierno de Hugo Chávez en Venezuela inició en 1999 con un plan para desarrollar una economía basada en cooperativas y empresas comunitarias y campesinas, lo que llevó a un modelo de control estatal directo sobre las actividades económicas. Durante sus primeros nueve años, el boom petrolero mantuvo la economía estable, pero desde 2008, decisiones que aumentaron el control gubernamental provocaron una profunda crisis. La situación empeoró con la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia, evidenciando el debilitamiento de las instituciones y la delicada situación económica del país. Esto resultó en una emergencia humanitaria, con escasez de alimentos y medicinas, y un sistema de salud colapsado.
Algunos de los factores que contribuyeron a esta crisis han sido:
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Control estatal excesivo: El gobierno venezolano aumentó su control sobre la economía, limitando la libertad empresarial y provocando una falta de inversión.
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Dependencia del petróleo: La economía venezolana dependía en gran medida de los ingresos petroleros, lo que la hizo vulnerable a los cambios en el mercado internacional.
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Mala gestión económica: Las decisiones económicas del gobierno venezolano fueron criticadas por ser ineficientes y corruptas.
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Consecuencia de la crisis y respuesta del estado colombiano
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Más de 5,6 millones de venezolanos han abandonado el país en busca de mejores oportunidades, siendo Colombia uno de los principales destinos por su cercanía territorial.
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La situación es especialmente crítica en la frontera con Colombia, donde grupos armados ejercen control territorial y los venezolanos enfrentan xenofobia y dificultades para acceder a atención médica, educación o un estatus legal que les permita trabajar
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En respuesta a esta crisis, el gobierno colombiano ha implementado medidas para proteger y regularizar la estancia de los migrantes venezolanos en el país otorgando:
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Permiso Especial de Permanencia (PEP): Otorga un permiso temporal de permanencia en Colombia para trabajar, estudiar o realizar actividades económicas, durante 10 años.
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Permiso por Protección Temporal (PPT): Ofrece protección temporal a los migrantes venezolanos que no tienen documentos válidos, permitiéndoles acceder a servicios básicos como salud y educación durante 2 años.
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Beneficios del PEP y PPT:
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Regularización migratoria, Acceso a empleo formal, Acceso a servicios de salud y educación y protección contra la explotación y el tráfico de personas.
Estadísticas
Distribución de la población migrante
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75.548 (2,6%) están en el país de manera regular.
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2.293.006 (80,2%) están siendo o han sido regularizados en el marco del Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV).
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488.974 (17,1%) se encuentran en el país de manera irregular.
Caracterización de la población migrante
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Género: 51,69% femenino, 48,28% masculino y 0,02% otros géneros.
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Edad: 27,64% entre 0 y 17 años, con un promedio de 26 años, 5 años más joven que la población colombiana no migrante, esta diferencia de edad genera una oportunidad para Colombia, pues este bono demográfico podría contribuir a mejorar la dinámica del mercado laboral en el mediano plazo, en la medida en que esta población pueda insertarse exitosamente en este mercado.
Educación y empleo
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29% de la población migrante tiene educación técnica, tecnológica o universitaria.
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La tasa de desempleo en las 13 principales ciudades es de 10,2%.
Oportunidades y desafíos
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El bono demográfico generado por la población migrante joven puede mejorar la dinámica del mercado laboral.
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La regularización de la población migrante es clave para disminuir la migración irregular.
Es importante reconocer
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La resiliencia y determinación de los migrantes venezolanos que buscan una vida mejor, la oportunidad de enriquecer la diversidad cultural y económica de Colombia con la integración de los migrantes y La importancia de la solidaridad y empatía hacia los migrantes, muchos de los cuales han dejado atrás sus hogares y familias.
Cultura
Raíces culturales
Alejandro nació en una pequeña comunidad en la región amazónica de Ecuador, una tierra rica en biodiversidad y tradiciones ancestrales. Creció escuchando historias de sus abuelos sobre el origen del mundo, la relación sagrada entre el hombre y la naturaleza, y las hazañas de héroes míticos de su pueblo. “Desde pequeño, me contaron que nuestra gente descendía de los dioses de la tierra y el cielo”, recuerda Alejandro. Estos relatos formaban parte de la educación cotidiana en su hogar, donde el respeto por la naturaleza y las costumbres ancestrales eran fundamentales.
La vida en su comunidad era simple pero rica en significado. La economía giraba en torno a la agricultura, la caza y, por supuesto, el tejido.
El Desplazamiento: Un Cambio de Rumbo
La situación en Ecuador comenzó a cambiar cuando Alejandro tenía alrededor de quince años. Las presiones externas, como la explotación de recursos naturales y el cambio climático, empezaron a afectar la vida en su comunidad. Las luchas por la tierra y los derechos indígenas se intensificaron, y la presión económica obligó a muchas familias, incluida la de Alejandro, a buscar nuevas oportunidades.
En busca de estabilidad y mejores perspectivas, la familia de Alejandro decidió mudarse a Colombia. “Fue un momento difícil”, dice Alejandro con una mezcla de tristeza y determinación. “Dejamos atrás nuestras tierras y costumbres, pero llevamos con nosotros lo más importante: nuestra identidad y nuestra historia”.
Alejandro, un joven de apenas veinte años, lleva cinco años residiendo en Colombia, lejos de su tierra natal en Ecuador. Su historia, marcada por una búsqueda constante de identidad y adaptación, nos ofrece una visión fascinante de la vida y la cultura indígena en un contexto transfronterizo. Durante una reciente entrevista, Alejandro compartió con nosotros sus perspectivas sobre su cultura, la comida, los mitos y la educación, revelando tanto sus desafíos como sus esperanzas. “Cada vez que hablo mi lengua materna, siento que estoy en casa”, dice con nostalgia. Esta lengua, rica en matices y sonidos, es una parte vital de su identidad, y Alejandro se esfuerza por mantenerla viva.
Comida: Un Vínculo con el Pasado
La comida es una de las formas más tangibles en las que Alejandro mantiene viva su cultura. En su pequeño apartamento en Bogotá, ha adaptado algunas recetas tradicionales a los ingredientes disponibles localmente. “La yuca, el maíz y el pescado fresco son básicos en nuestra dieta”, explica. Sin embargo, el acceso a estos alimentos no siempre es fácil en la ciudad, por lo que Alejandro a menudo recurre a sustitutos, aunque siempre con la intención de preservar el sabor y la esencia de los platos tradicionales.
Uno de sus platos favoritos es la Boda, una especialidad ecuatoriana que ha aprendido a preparar con esmero. “Es más que comida para nosotros, es parte de nuestras celebraciones y ritos”, dice mientras muestra una foto del espléndido plato.
Mitos y Tradiciones
Los mitos y leyendas son fundamentales en la cosmovisión indígena de Alejandro. Durante la entrevista, nos habló de historias fascinantes sobre espíritus de la selva y deidades ancestrales. “Creemos que la naturaleza está llena de seres vivos y que cada montaña, río o árbol tiene su propio espíritu”, dice Alejandro con una mezcla de reverencia y emoción.
Uno de los mitos que más le gusta narrar es el del Hatuaya, descrito como un espíritu ancestral con la apariencia de un jaguar majestuoso y poderoso. Según las leyendas, el Hatuaya es el protector de la selva y el guardián de los secretos y misterios que se ocultan en sus profundidades. Este ser sobrenatural tiene la capacidad de transformarse en otros animales y de comunicarse con las fuerzas naturales, lo que le permite mantener el equilibrio y la armonía en la selva. “Para nosotros, el jaguar no es solo un animal, es un protector y un guía”, explica. A pesar de la distancia de su hogar, Alejandro se siente comprometido con la preservación de estas historias como una forma de mantener viva su herencia cultural.
Educación y labor: Un Camino de Doble Desafío
En cuanto a la educación, Alejandro enfrenta una realidad compleja. En Ecuador, no completó la educación básica formal, ya que su comunidad ofrece una forma diferente de escolaridad. A su corta edad conoció el mundo laboral, adaptándose con más facilidad al arte ancestral del tejido. Rodeado de hilos de vivos colores y patrones intricados, Alejandro continúa una tradición que ha sido el sustento de su familia durante generaciones. Para él, tejer no es solo una habilidad; es un vínculo tangible con su tierra natal y una forma de enfrentar los desafíos de vivir en un país extranjero. Al trasladarse a Colombia, tuvo que adaptarse a un sistema laboral diferente, trabajando de lunes a domingo, algo que para su comunidad sería inaceptable, ya que los domingos son días de tiempo en familia y dedicados a su Dios. “El cambio fue difícil”, confiesa.
Sin embargo, Alejandro ha utilizado esta experiencia para crecer y aprender de manera autodidacta. A pesar de las dificultades, su pasión por el tejido lo lleva a desear regresar a su tierra para emprender su propio negocio.
Conclusión
La historia de Alejandro es una poderosa narrativa de adaptación, resiliencia y orgullo cultural. A través de su habilidad para tejer y su compromiso con la preservación de su herencia, nos ofrece una visión única de Ecuador, contada desde la perspectiva de un joven que ha llevado su legado ancestral a un nuevo país. Su viaje no solo subraya los desafíos enfrentados por las comunidades indígenas, sino también la fuerza y la belleza de las tradiciones que persisten a través del tiempo y el espacio. Alejandro, con cada hilo que entrelaza, teje no solo sacos, sino también un puente entre su pasado y su presente, entre su comunidad ancestral y su vida en Colombia.
Equipo
Articulo, estilo cronica.
Preguntas Comunes
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¿Cómo pudé contactarlos?
A través de una charla pude conocer de forma general la vida de Alejandro, tomando apuntes en una hoja, lograba captar con precisión datos de sumo interés, para así lograr la crónica.